IMPLANTOLOGÍA AVANZADA

En numerosas ocasiones no es posible la fijación de implantes osteointregrados porque se ha producido una pérdida considerable de hueso. Cuando ocurre en el maxilar superior, clásicamente se ha intentado solucionar mediante técnicas de aumento, como los injertos de hueso o la elevación e injerto del suelo del seno maxilar. Con estas técnicas se obtienen unos resultados satisfactorios, pero tienen una serie de desventajas, tales como el largo tiempo de tratamiento, las molestias derivadas de la obtención de los injertos y las complicaciones potenciales de la evolución de los injertos, como la infección.
Actualmente disponemos de los implantes cigomáticos, que son implantes similares a los convencionales, pero que tienen una mayor longitud, ya que deben llegar y fijarse en el hueso del pómulo (cigoma).
Normalmente, la intervención para la colocación de los implantes cigomáticos se realiza con anestesia general o con anestesia local y sedación, con la particularidad de que sólo es necesario permanecer en el hospital unas horas tras la intervención.
El tratamiento con estos implantes soluciona las principales desventajas que citábamos anteriormente con el uso de los injertos o con la elevación del seno maxilar. En efecto, estos implantes nos permiten colocar una prótesis fija inmediatamente tras su colocación, sin necesidad de esperar varios meses, como ocurre con las otras alternativas, ni tener que utilizar una prótesis removible durante un periodo de tiempo. Además, al no tener que obtener hueso de otra localización, ni utilizar materiales como la hidroxiapatita en el injerto del seno maxilar, disminuyen las molestias derivadas de la obtención de los injertos y las posibles complicaciones, como la infección.
Actualmente, la principal indicación de los implantes cigomáticos es el tratamiento de los maxilares atróficos, es decir, aquellas situaciones en las que el maxilar superior ha perdido mucho hueso, y no es posible la colocación de implantes convencionales. Hoy en día, podemos solucionar situaciones extremas de atrofia maxilar con estos implantes, casi imposibles de solventar adecuadamente con otras alternativas.

Cuando no es factible colocar implantes en una determinada zona del maxilar o de la mandíbula, porque el hueso no tiene la anchura o la altura suficiente, los injertos de hueso, en sus diferentes modalidades, constituyen una buena elección pata tratar muchas situaciones clínicas.
Cuando se necesita poca cantidad de hueso, este puede ser obtenido de las diferentes localizaciones de la cavidad oral, como por ejemplo de la mandíbula, a nivel del mentón o de la región posterior adyacente a los cordales, o de la zona más posterior del maxilar superior. Cuando las necesidades de hueso para realizar la reconstrucción son mayores, excediendo las posibilidades de las zonas donantes de la cavidad oral, la zona donante de elección es la cresta iliaca, aunque también puede utilizarse la calota craneal. En estas circunstancias la intervención se realizaría con anestesia general.
Los injertos, dependiendo del problema clínico que tengamos, pueden utilizarse en bloque o particulados. Cuando los utilizamos en bloque deben ser fijados con tornillos para evitar su movilidad y consiguiente infección y pérdida. Cuando se necesitan injertos particulados, normalmente debemos utilizar de forma simultánea una membrana que los mantenga en la posición deseada y evite su reabsorción.

Esta es una de las técnicas de reconstrucción del maxilar superior que más se utilizan desde que fue descrita y sistematizada a principios de los años 80. Está indicada cuando no hay suficiente hueso en la región posterior del maxilar, en la posición de los premolares y molares.
Básicamente, esta técnica consiste en la apertura de una ventana en la pared lateral del maxilar superior, localizando y elevando la membrana que delimita el seno maxilar (membrana de Schneider), con objeto de crear un espacio que debe ser ocupado por el material de injerto que hayamos elegido. Los materiales de injerto más utilizados en la actualidad son el hueso particulado del propio paciente y la hidroxiapatita de origen artificial o animal.
Tras un periodo de espera variable, entre 5 y 7 meses, se pueden colocar los implantes de forma convencional, procediendo como en una situación normal.
La REFORMACIÓN ÓSEA SINUSAL es una variación de esta técnica, que se utiliza cuando debajo del seno maxilar hay un mínimo de 5 mm. de hueso, que consiste en elevar la membrana sinusal, igual que en el procedimiento anterior, instalando posteriormente los implantes sin necesidad de añadir material de injerto. Tras un periodo de espera de unos 5 meses, se puede iniciar la confección de la prótesis fija dentaria. Los resultados obtenidos con esta técnica son totalmente comparables con los obtenidos en los implantes convencionales, consiguiendo disminuir el tiempo de tratamiento de forma significativa, con respecto a la técnica de elevación e injerto sinusal, eliminando al mismo tiempo el riesgo de las complicaciones de los injertos, como la infección.

• Regeneración ósea guiada.
Es uno de los procedimientos de reconstrucción más difundidos dentro del campo de la implantología, que se utilizan en casos clínicos de escasa severidad, ya que sus posibilidades reconstructivas son más limitadas que con otros métodos.
Consiste en la utilización de un injerto particulado, que debe estar cubierto durante un periodo de tiempo por una membrana especial, que puede ser reabsorbible o no reabsorbible, transcurrido el cual disponemos de nuevo hueso que permite la fijación de los implantes.

• Lateralización del nervio dentario inferior.
Es una técnica clásica de reconstrucción del sector posterior de la mandíbula, en la región de los premolares y molares. Consiste en la localización del nervio que recorre el espesor de la mandíbula posterior, llamado nervio dentario inferior, que debe ser separado lateralmente de su localización intramandibular, de tal forma que permita la colocación de implantes de longitud adecuada.

En la actualidad, tenemos a nuestra disposición programas informáticos que nos permiten, a partir de un estudio de TAC, conseguir imágenes tridimensionales de todo el esqueleto craneal y facial y realizar una cirugía virtual, con una planificación exacta del tratamiento implantologíco.
A partir de esta planificación virtual podemos construir unas guías quirúrgicas, con las que es posible realizar una cirugía mínimamente invasiva, sin necesidad de extensas cirugías y disponer de una prótesis fija de carga inmediata, que se colocará al final de la intervención.

En el protocolo clásico del tratamiento implantológico, la prótesis dentaria fija se realiza después de un periodo variable de 3-6 meses, en el que los implantes permanecen libres de cargas.
En la actualidad, en numerosas ocasiones se realiza un protocolo alternativo con carga inmediata de los implantes, en el que se coloca una prótesis fija provisional sobre los mismos, a los días siguientes a su fijación.
Hoy en día, podemos ofrecer a nuestros pacientes tratamientos en los que se realizan las extracciones de la dentición superior o inferior en mal estado, se colocan los implantes necesarios de forma inmediata y, tras realizar las impresiones de los implantes al finalizar la intervención, instalar la prótesis fija sobre los mismos en los 2-3 días siguientes, o al finalizar la intervención, si hemos realizado una cirugía guiada.